Nendo Dango es una palabra japonesa que significa «bola de arcilla, llena de semillas». Este término aparentemente sencillo encierra mucho más que semillas y arcilla. También significa potencial de cambio, refugio, resistencia y resiliencia. Ese es el cambio que necesitamos y que urge.
El concepto es bien simple: hacer germinar semillas que están envueltas en una capa de arcilla previamente elaborada, de arbustos, hierbas y de especies tapizantes y por supuesto de árboles. Con esta metodología podremos reforestar de una forma eficaz grandes extensiones de terreno, si contamos con grupos locales e información precisa y realista para realizarla. El propósito original de esta técnica es evitar que las semillas fueran comidas por pájaros y pequeños animales.
Y poder reforestar sin mucho gasto, terrenos quemados o erosionados por incendios forestales, de las épocas veraniegas.
En vista de la poca eficacia en la reforestación, por parte de las administraciones, o la despreocupación generalizada, de la pérdida de los bosques originarios de cada lugar, donde vemos como las plantas invasoras van ganando un terreno irrecuperable, como el caso de los Eucaliptos en Galicia. Poner en uso un método tan sencillo, podría convertirse en un impulso para la recuperación de un hábitat dañado.
Lo mejor de todo es que las bolas no necesitan ser plantadas, sino que se lanzan en el lugar dónde queramos, aprovechando alguna ruta colectiva, y se deshacen con las primeras lluvias intensas. En este momento las semillas comenzarán a brotar.
Es un método muy barato, y además, es mucho más probable que germinen las semillas con esta técnica que con otras.
Aunque la materia prima de los sustratos puede ser muy variada, recomendamos utilizar las arcillas, las partículas más finas del suelo, que estén presentes en el lugar, ya que llevarán microorganismos subterráneos de la zona “autóctonos” que ayudarán al enraizamiento.
El éxito de nuestras siembras dependerá en gran medida de la época del año en que realicemos los trabajos. Para maximizar los buenos resultados, debemos adaptarnos a los ciclos de la naturaleza y las estaciones.
La selección de unas semillas y no otras es sumamente importante de cara a preservar los fenotipos locales, no provocar desequilibrios ecológicos y, en cualquier caso, lograr unos buenos resultados. Por ello, a la hora de elegir la simiente se utilizarán preferentemente las variedades locales de cada zona, debido a su mejor adaptación genética.
Es importante tener unos criterios muy rigurosos para intervenir en restauraciones de vegetación. Debemos sembrar no solo las especies sino también los ecotipos, variedades locales, de esa zona, para influir lo menos posible en los procesos evolutivos de la flora autóctona.
Creo que hasta se podría llenar de semillas autóctonas nuestras ciudades, intentando ayudar a esa resistencia vegetal. Sobretodo en la parte norte peninsular, donde las condiciones resultan más propicias.
Puedes intentarlö!!
María Marcös.
Licenciada en Biología.